Oración

La nobleza de alma

15. febrero 2024 | Por | Categoria: Oración

En las antiguas naciones de Europa existen las familias de linaje distinguido y que tienen títulos de nobleza. Sus miembros se enorgullecen en sociedad de tener, como se dice, sangre azul. Esta sangre, desde luego, no es azul, sino bien roja, como la de todos los demás. Pero se da el calificativo de azul a los que tienen ascendientes de la nobleza, o sea, a los que vienen de familias que se distinguieron por hechos famosos en el ejercicio de las armas o en el engrandecimiento de la patria, y que recibieron los títulos de grandes, como son duque, marqués o conde…



Un Papa y un poeta

8. febrero 2024 | Por | Categoria: Oración

Un Papa le pedía a Dios, en una oración célebre, que le enseñara a conocer estas cuatro verdades, las cuales parecen muy elementales, pero que tienen un gran sentido para la vida:
Enséñame a ver cuán frágil es lo terreno – cuán grande lo divino, cuán breve lo temporal, – cuán duradero lo eterno (Inocencio XI). A primera vista, esto le iría bien a un cura para un sermón cuaresmal, pues parece que lleva una buena dosis para meter miedo en el cuerpo. Pero es todo lo contrario. Si uno reflexiona, se da cuenta en seguida de que estos pensamientos son capaces de infundir un enorme optimismo en la vida…



Y a todos los hombres también

1. febrero 2024 | Por | Categoria: Oración

No hace mucho que lanzábamos un mensaje sobre el amor a Jesucristo. Bueno, sobre Jesucristo hablamos continuamente. Pero fue un mensaje especial sobre el amor al Señor Jesús. Por eso, podemos preguntar: El amor a Jesucristo, ¿se queda en algo romántico?… ¿Sabemos traducirlo a la práctica? ¿Es siempre sincero?…
Afortunadamente para nosotros, Jesucristo mismo nos ha librado de toda ilusión. Y cuando le decimos a Él: ¡te quiero!, Él nos pregunta a su vez: ¿y quieres a los demás?…



Creo en la vida eterna

25. enero 2024 | Por | Categoria: Oración

Un domingo cualquiera asistí a la Misa en una iglesia donde me tocó oír a un cura encantador, que nos decía entusiasmado en la homilía:
– ¡Sí, hermanos, un día moriremos! ¡Un día tendremos la dicha de morir!…
El Padre lo decía muy convencido, pero yo me dije para mis adentros:
– ¡Bueno! Allá él si quiere morirse. A mí que me deje disfrutar bien de la vida…
Aquel cura simpático, que chorreaba santidad por todos sus poros, ya murió y está disfrutando del logro de todas sus ilusiones. Yo sigo con mucho apego a la vida, lo reconozco. Pero, aquellas palabras de su homilía, ininteligibles —ininteligibles entonces para mí— me han hecho pensar muchas veces: ¿Y no tendría razón el buen cura?…