La Beata Anuarita Nengapeta

30. junio 2017 | Por | Categoria: Santos

¿Verdad que no les dice nada este nombre: Anuarita Nengapeta? Pues en adelante les va a decir mucho esta santa jovencita, una negra del África, que moría mártir por defender su virtud, y a los veinte años nada más el Papa Juan Pablo II la elevaba a la gloria de los altares en su misma tierra, entonces llamada El Zaire y hoy República Democrática del Congo.

Cuando en 1960 el Congo obtenía la independencia de Bélgica, estaba ya establecida la Iglesia Católica en su suelo de una manera muy fuerte. Pero aún quedaba una gran parte pagana, y entre las atrocidades que se cometieron por quienes aspiraban al poder se fraguaron también persecuciones terribles contra la Iglesia. Sin contar a los muchos laicos que dieron generosamente su vida, en aquellas revueltas cayeron gloriosamente muchos misioneros, ciento ochenta y dos religiosos entre sacerdotes, hermanos y seminaristas, junto con treinta y ocho religiosas.
En esta ambiente de persecución se desenvuelve la vida de la joven Anuarita, que va a dar, cuando le toque, un hermoso testimonio de Cristo.

Había nacido en 1941 de una familia pagana. Al hogar no venían más que niñas. El marido y papá, enrolado en el ejército, vive siempre fuera de casa, y al ser trasladado a Egipto, escribe a la esposa e hijas una carta inculcándoles:
– Aprendan el catecismo y se bauticen.
Pero él no lo hace, porque tiene otros planes… Bautizada la mamá y las hijas, menos la mayor que no quiere, todas son después fervientes católicas, que no dejan ni un día la Santa Misa y la Sagrada Comunión.
Entre tanto, el papá quería a todo trance un hijo varón, y como ya había en la familia seis hijas sin ningún niño, abandona a la esposa y a las hijas, y se va con otra mujer… Era pagano, y entendemos su situación y su manera de pensar.

¿Y cómo es Anuarita, la cuarta entre sus hermanas?… Esta pregunta hizo el tribunal para la causa de su beatificación, y se le respondió:
– Una niña graciosa, que disfrutaba ayudando a la familia y a todos. Preparaba las comidas, iba al bosque a buscar la leña, en todo servicial. Niña vivaracha, algo violenta a veces, era también muy alegre y hacía reír mucho a todos. Regresaba aprisa de la escuela y para comer esperaba a la hermana mayor.

Tenemos, por lo mismo, una hija del bosque, pero con excelentes cualidades para ser una muchacha de gran provecho. Bien preparada, trabaja después como maestra, enseña con mucha aceptación, y es líder en el movimiento juvenil de “Los Javier”. Hasta que un día empezaron a preguntarse todos: -¿Y dónde está Anuarita, que no llega a casa?… La mamá, angustiada, se presenta en la Misión, para recibir esta respuesta: -¡Oh! Se ha marchado con un grupo de muchachas que quieren ser religiosas. La mamá, buena cristiana, lo acepta como vocación que su hija recibía de Dios.
Y el papá, igual; aunque no ha querido bautizarse, declarará ante el tribunal:
– A pesar del divorcio, yo me cuidé siempre de mis hijas. Y como Anuarita estaba bautizada, el Obispo me aconsejó que no me opusiera a su vocación.
Una cosa curiosa. “Anuarita” significa en su lengua “la que no tiene miedo a la guerra”. Y ahora, ya religiosa, nuestra querida joven da muestras de que sabe hacer honor a su nombre.
Anuarita —que desde su toma de hábito se llama también María Clementina—―es una enamorada de Jesús, y lo confiesa siempre con entusiasmo: -¡Soy religiosa, y le pertenezco totalmente a Jesús, a quien me he entregado como único Esposo mío! No son palabras hueras, pues pronto lo va a demostrar de maneras muy serias. Empezando por su mamá, que, apurada por la situación familiar, le ruega que deje la vida religiosa para ayudar a sus hermanas. Y Anuarita: -¿Eso me pides, mamá? ¿Así me tientas? En penitencia vas a rezar un rosario. ¡Yo no abandono mi vocación! Y eso que la persecución se venía encima.

Los rebeldes milicianos del comunista Lumumba se echan sobre el convento de la Religiosas, se las llevan cargadas en un camión, y se convienen entre ellos:
– Estas bellas muchachas del Congo son todas unas inútiles, porque se niegan a dar hijos a Lumumba. Si se quedan con nosotros una semana, al final estarán todas encina.
Las religiosas lo oyen, y se preparan a lo peor: -¡Morir, sí; pero pecar, no!…
La más decidida es Anuarita, porque cabalmente es ella de quien se enamoran los dos jefes principales.
Cada una de las religiosas va a pasar por momentos difíciles, pero la única que muere al fin es Anuarita. Como los rebeldes la solicitan descaradamente, la Madre General interviene enérgica: -¡Esta religiosa ha hecho voto de virginidad y usted no se la puede quedar como mujer! ¡Hagan el favor de respetarla!

El coronel no cede, y tampoco Anuarita, que responde al oficial:
– Usted ha dicho que su novia está en Wamba, que es virgen, y por eso ha encargado a su padre que se la guarde. ¡También yo soy virgen, y me he entregado con promesa al Señor!…
Furioso el coronel, comienza a golpear a una y otra religiosa, pero le interesa sólo Anuarita, que grita suplicante y enérgica: -¡No quiero cometer el pecado! ¡Máteme, si usted quiere!…
El coronel se dirige exasperado a sus soldados: -¡Venga un fusil! -Aquí no hay ningún fusil, sino sólo lanzas. -Entonces, tú, clávale la lanza. -¿A cuál de ellas? -A esta, a Anuarita. Métele la hoja hasta el corazón.
Cuatro golpes furiosos. Pero Anuarita no muere y tiene tiempo de repetir:
– ¡Yo te perdono, yo te perdono!…
Aún sobrevive un cuarto de hora. El coronel encuentra un fusil, y dispara un tiro al brazo de su víctima, que se iba al Cielo, vestida de blanco y de púrpura, el 1 de Diciembre de 1964.

Correrán los siglos. Y el día de mañana, la hoy joven Iglesia de la República del Congo se gloriará con orgullo de su Santa mártir y virgen Anuarita Nengapeta como se gloría Roma de Inés o de Cecilia…

 

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