Unidos a Dios

5. octubre 2023 | Por | Categoria: Oración

Todos sabemos quién era Gema Galgani, esa jovencita Santa de nuestros días que se ha ganado tantos corazones. Muchacha que vive hasta su muerte en medio de una familia acogedora, tiene rasgos encantadores de su unión con Dios y en especial con el Señor Jesucristo. Un día se encuentra con su Padre espiritual, y le dice angustiada, aunque ya había recobrado la paz:
– ¡Ay, Padre, si usted supiera! ¡Por poco Dios me condena en el infierno para siempre! ¡Viera el pecado que cometí!…
– Pues, ¿qué barbaridad hiciste, hija mía?
– Mire, Padre. Tuve que ayudar a mi patrono a hacer las cuentas, y puse en ellas tanta atención que perdí de vista a Dios. No fue más que un minuto apenas, porque pronto volví en mí misma; le pedí perdón a Dios, y suerte tuve de que Dios me perdonó…

Ya vemos por qué pecado se iba a ir Gema al infierno…
Cuando se trataba de Jesús en la Eucaristía, era Gema no especial, sino especialísima. Apenas amanecía y abría los ojos a la luz, daba un salto de la cama, se arreglaba en menos tiempo del que se cuenta, y se clavaba en la puerta esperando a la compañera para llevársela a la iglesia para comulgar. Ante sus prisas, le preguntaban los de la casa:
– Pero, ¿a dónde vas con esas prisas, que pareces una loca?
– ¡A la casa del Señor, a la casa del Señor, a lo que ustedes ya saben!… Tengo prisa de ir a la fiesta del amor de Jesús.
Iba a comulgar, aunque la compañera lo decía mejor:
– ¿Que a dónde va Gema? A su fiesta de bodas…

Vaya, dejamos a nuestra querida Santa Gema con sus locuras divinas, en su fiesta de bodas cada día y hasta con su miedo del infierno… Pero no dejamos pasar por alto sus lecciones tan bellas.
Esto de Gema, y no otra cosa, es la unión del cristiano con Dios y con Jesucristo, el Dios Hermano nuestro. El apóstol San Pablo nos lo dice con palabras vigorosas: -Quien se apega al Señor se hace un solo espíritu con él (1Corintios 6.17)

Hoy corren muchos productos comerciales para apegar las cosas unas con otras. Un “apégalotodo” que une la madera, el metal, el plástico… y convierte cuerpos irreductibles a una sola pieza solidísima. ¿Se da esto en el orden de los espíritus?
Acabamos de escuchar las palabras de San Pablo. ¿Cómo se ha unido Dios al hombre?…

– El Hijo de Dios se unió a la naturaleza humana de Jesús de manera inconcebible: el que era Dios se hizo hombre, y el hombre llegó a ser Dios. ¡Dios y el hombre unidos en una sola Persona, la de Nuestro Señor Jesucristo!… Caigamos de rodillas y adoremos. Ante Jesucristo no nos queda otra cosa que hacer…

– Si nos metemos ahora audazmente en el Cielo, vemos a los ángeles y a todos los bienaventurados unidos también con Dios de manera inconcebible: metidos en la visión de Dios, compenetrados con Dios, más que el pez dentro en el agua. Vemos a los moradores de la Gloria transformados totalmente en Dios, como el hierro metido en la fragua, hierro y fuego hechos una misma cosa… Admiremos y esperemos…

– ¿Y nosotros aquí, mientras vivimos en la tierra? Alma inmortal y cuerpo deleznable constituyen nuestro ser. Pero en esta naturaleza nuestra se ha metido Dios de tal manera que se ha querido hacer también una sola cosa con nosotros. Por eso, se ha dicho muy bien del cristiano: el bautizado es cuerpo, alma y Gracia de Dios. Gracia de Dios, es decir, Dios metido en nosotros que nos transforma en un ser divino…

Un alma muy gemela de la de Gema Galgani estaba una vez que parecía una tonta. Cumplía sus deberes con fidelidad, pero por lo demás parecía un ser extraterrestre. Y le preguntan: -Pero, ¿qué te pasa, Lucía Cristina?
Y ella, con candor y expresión de otro mundo: -No sé; no me explico la fuerza de este abrazo. Jesús me ha mostrado esta mañana la unión que existe entre Él y mi alma. Además, me ha hecho ver la unión de Dios con los elegidos. ¡Qué fuerza! ¡Qué seguridad! ¡Qué intimidad!… No se entiende, no se entiende…

¿Es todo esto una ilusión? ¿Podemos pensar nuestra vida cristiana como un éxtasis continuo con Dios? ¿Es ilusión, o es más bien el ideal supremo de las almas?… Dios, que nos ha creado para Sí, nos quiere unidos con Él así.
Y esto se ha entendido siempre así en la Iglesia. Vivir con la ilusión de Dios, de Jesucristo, buscando a Jesucristo y a Dios siempre, en todo lugar y en todas las cosas.

Aunque la espiritualidad cristiana moderna se ha marcado un derrotero muy singular: además de vivir a Dios en la intimidad del alma, lo busca y lo vive en el hermano.
Santa Margarita de Cortona lo hizo de manera magistral. Después de vivir tantos años con su amante, se convierte, y, vuelta a Dios, grita:
– ¡Yo no quiero nada, yo no busco nada más que a ti, Jesús!
¿Y dónde encuentra a su Jesús, a su Dios?… Lo sabemos por confesión propia, cuando nos dice:
– Siento entrañas de madre para todos los que sufren. Por  mis hermanos los pobres lo doy todo, hasta mi vida, pues los llevo en mi corazón.

Vivir con Dios y de Dios, en fiesta de boda continua, con esa alianza de amor enseñada por la Biblia. ¿Lo hacen así solamente las grandes almas que vuelen por las alturas?… No. Eso lo hacen también nuestros queridos radioyentes, cristianos y cristianas que saben vivir a plenitud la Gracia de Dios…

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