Reseña de la Peregrinación a la Virgen de Guadalupe

26. junio 2014 | Por | Categoria: Actividades, Fundadora

Una de nuestras acostumbradas y muy urgidas peregrinaciones a la virgen de Guadalupe en México- pero suspendida durante varios años por diferentes dificultades – se ha realizado este año el 6 de junio de 2014. Los llamados a realizarlas de nuevo son nuestros hermanos Carlos y Adriana Sena, coordinadores del Ministro PMO de la iglesia de Santa Inés de Naples, Florida.

Como reseña vamos a poner la «Crónica de mi encuentro con Guadalupe» de una de las peregrinas, Laura H.

Crónica de mi encuentro con Guadalupe
Es que todavía no realizo por completo que la conocí en “persona”, a Ella, a Guadalupe, a Tonantzin.

Las palabras calaron tan profundo en mi mente y en mi corazón, pero hacerlo una realidad me tomó tan por sorpresa que para asegurarme que la conocería, lo escribí en un papel blanco tamaño carta y lo pegué frente a mi escritorio en un cuadro donde acostumbro a fijar con cinta adhesiva muchas fotografías de mi familia y alguno que otro mensaje, de esos mensajes que intentan realzar el ánimo, algo así como –mantras- Por ejemplo el que me queda mas cerca de los ojos dice: YA NO ME ENOJO < SOLO PIENSO< Y ME ALEJO SI ES NECESARIO>.

“Laurita nadie se debe morir sin antes conocer a Guadalupe” eso me dijo un amigo sacerdote, que recién regresaba de estar con ella. Sus palabras sonaron con una emoción musical, entraron a mis oídos, se colaron por el pecho y se fundieron con el amor tan inmenso que siento por la madre de Dios, en el lugar más limpio y puro que tiene mi alma donde habita mi esperanza.

La nota dice: “Santa María de Guadalupe, nos vemos en Junio 6 del 2014”, escrita debajo de la imagen de la nueva Basílica construida entre los años 1974 y 1976. Mi seguridad para viajar me resultaba impensanble, ya que en los últimos años me tocaba cancelar planes. Varias razones se ponían de acuerdo para hacerse sentir como prioridades. El cuidar mis nietos a tiempo completo es la razón de más peso. Y las guardias de mi hija en el hospital donde trabaja como anestesista, durante los fines de semana me atan a permanecer en la casa. Por otro lado, viajar sola, a esta edad de los sesenta y pico me aterra. Así que me obligo a esperar que alguien de mi familia me acompañe, lo que es muy improbable porque si viaja mi esposo no debo viajar yo y viceversa. Entre otras situaciones que nos mantienen al vilo de la vida que no aportan nada a esta crónica.

Comenzó este movimiento de ansiedades y oraciones sin cesar; para que se cumpliera mi gran deseo de no morirme sin encontrarme “cara a cara con Guadalupe”, que mi amigo sacerdote supo muy bien transmitirme con aquellas palabras que brotaron desde su corazón, y se clavaron en mi pecho como, y a través de una daga con su filosa punta encendida con el fuego que nos produce la presencia del Espíritu Santo en esos minutos que suceden de manera tan especial a nuestras vidas, por un mensajero que Dios nos envia, o sea que me quedé encendida, pero sin atizar el fuego. ¿Para qué? ¿Viajar yo? ¡Dificilmente! Ya yo no hago planes para nada, se los dejé a Dios hace mucho rato. Que planifique Él.

La coordinadora del ministerio de Padres y Madres Orantes de la iglesia católica Santa Inés a la que solía asistir, en un encuentro cerca del area de la iglesia, donde fuí para una reunión, me dejó saber de sus planes para viajar a México a La Basílica de La Guadalupe, estaba haciendo la lista de los interesados. -¡Ay qué bueno!- fue mi escueta y directa respuesta. Me entraron las palabras por un oído y salieron por el otro. Eso se lo dejo a quienes pueden viajar sin ataduras. Pensé.

Las semanas fueron transcurriendo y con ellas; el paso irremediable que corre el tiempo. También corrió y se perdió mi pensamiento de conocer a Guadalupe. Eso me creía.

Una tarde de un día que no recuerdo, con las narices y la cabeza metidas en mi computador , aprovechando que mi nieto más pequeño tomaba su siesta, sonó mi celular, mi amiga, coordinadora del ministerio de Madres y Padres Orantes apareció en pantalla. Respondo y la llamo por su nombre como suelo contestar mis llamadas, uso el nombre de quien me llama en vez de un –hello- o un –hola- que me suenan tan impersonales. Siento que pronunciando el nombre de quien me busca soy más afectiva y efectiva. ¡Me siento bien!

-Laurita solo me quedan 2 cupos para el viaje a La Basílica, anímate, ya somos 16. Nos acomodaremos 3 por habitación. Tengo una persona que viajaría sola. El costo del hotel dividido por 3 es bien cómodo. Llama a la agencia- Me da el número telefónico y lo anoto, (por eso deque) sin mucho entusiasmo. Le agradezco la llamada y colgamos.

¡Oh Dios!, como me quemaba la cabeza aquél papel que aunque apagado, yo veía el número que palpitaba como llama en fuego rojo y azul. Las iluminaciones me parecián letras que revoloteaban, era mi nombre que salía del papel en tercera dimensión. Laura, Laura, Laura. Agarré el celular, marqué y ¡bingo! escuché una voz de mujer que dijo –¡hello! Inhalé bien adentro de mi el valor que necesitaba y hablé a borbotones.

Antes de unos 10 minutos llamé a mi amiga y le dije con un entusiasmo y una felicidad inexplicables…¡viajo! Ella a su vez con una voz sonando como campanazos brillantes al medio día llamando para la misa, me dijo ¡Qué bueno!. Me atacó la inseguridad y mi mente febril, mañosa y compulsiva, comenzó a tirarme patas arriba con pensamientos como -¿Qué hice? no consulté a nadie y ni idea de lo que pensará mi familia- El peor pensamiento -¿Cómo estará la cartera de Alfredo? ¿Qué me dirá? ¿Y la tarjeta que usé es la que se paga mensualmente, cómo estará el balance? ¡Oh Guadalupe ayúdame, llévame a conocerte en “persona”, por favor! Entré a la internet, encontré una imagen de la nueva Basílica, la imprimí y, abajo escribí la nota que tomé la costumbre de leerla a diario.

En la noche cuando llega mi hija, me pegó duro y ultra emocionalmente su respuesta cuando la puse al tanto de mis planes. ¿Mis planes o los planes de Guadalupe? Al preguntarme la fecha y decirle del 6 al 10 de junio, mi hija sonrió y dice- Mami tranquila justo esa semana la solicité ayer de vacaciones para hacerme una serie chequeos médicos. La abracé con una fuerza superior a lo acostumbrado. ¡Me temblaron las rodillas! ¿O fue Dios que me golpeó por detrás para recordarme mi falta de fe? Me queda Alfredo, pensé, quien unos minutos más tarde se hizo presente. Y como digo siempre que le asesto un buen golpe en números de dólares a su cartera –Flaco ya me hice mi regalo de Navidad, aniversario y cumpleaños- Me voy a México a La Basílica de La Guadalupe. Abrió los ojos como asustado y le tiré el mensaje rapidito, no le dí mucho tiempo a pensar y añadí, ¡me lo merezco, me lo merezco!- es con un grupo de la iglesia, dije. Otra sorpresa que me anonadó. –No tengo problemas en cubrirte esos gastos porque ese viaje es uno muy bueno para ti- Ve y disfruta. –Guadalupe, estás ya presente y todavía no te conozco, no me haz mirado a los ojos, como miraste a Juan Dieguito aquella mañana de aquél sábado en el Cerro del Tepeyac y te le presentaste vestida de sol como La Emperatríz de Las Américas, rodeada de estrellas y, en tu vientre llevabas palpitándote, El Salvador del mundo. ¡Bendita seas! Pensé.

Y los días pasaron y yo preguntándome ¿Qué mensaje tendrá Guadalupe para mi, que me ha hecho todo tan fácil? Pero igual continuaba leyendo la nota debajo de la imagen de La Basílica…”Santa María de Guadalupe, nos vemos en Junio 6/ 2014”. Ahí continúa, no me animo a quitarlo. ¿Será que todavía no hago la realización de que con Ella ya estuve, y me la traje dentro de cada célula con sus ojos, su figura, su dulzura, su palpitar y su amor? ¿Será que si quito la nota voy a sentir que todo acabó? Me duele, porque la necesito tanto en mi vida, y Ella lo sabe. Ahora entiendo porque Dios me dictó aquella canción que compusimos juntos y tiene como estribillo… “Ahora, Madre ahora, ahora que te conocí, no quiero vivir, María sin †i”. Por cierto le dejé una copia de la canción dentro de un sobre blanco bajo sus pies; cuando pasé por el tercer riel para que nos viéramos a los ojos la una a la otra, para conocernos en “persona”.

Son tantas las horas vividas en La Basílica y fuera de La Basílica con Ella, misas, canciones, oraciones, lágrimas, suspiros, agradecimientos, una sola petición, que proteja mi familia con su hermoso manto cubierto de estrellas porque son mis hijos y mis nietos las estrellas de mi vida.

Las flores no podían faltar, y porque los horarios a visitar otros lugares se apretaban no compré un buquet para ella de mi parte, me despisté, fuimos caminando hasta un salón a escuchar una charla por el sacerdote que nos daría la misa, y se me ocurrió recoger flores de la calle, no quería bajo ninguna circunstancia llegar a ella con las manos vacías, ¡eso nunca!.

¡Oye, no te lleves mis flores! me gritó una mujer de aspecto indígena que barría la cera frente a su casa. No me percaté de su presencia por la emoción de encontrar un hermoso ramo de flores de un tono rosado muy delicado, perfecto para Ella. La arranqué y continué mi camino gritándole a la mujer, -Son para la virgen- ni corta ni perezosa la mujer me responde –Qué virgen ni qué virgen- Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Guadalupe es su Patrona y a ella le molestó que le arrancara un solo ramito, ¡faltaba más!. -¡Oye, ¿Cómo te llamas? pregunté, gritando, mientras me alejaba con mi ramito rosado, bello, acariciándolo. –Me llamo María- contestó la indígena de cuerpo pequeño, pero con voz potente y segura. –Pués te llamas como Ella, se las entregaré en tu nombre. Llegado el momento y antes de la misa en unas mesas colocadas en lugares estratégicos, usando como vase, una botella plástica con el resto del agua que le quedaba, la que no me quise tomar, coloqué las flores y las puse sobre la mesa, no sin antes quitarle la etiqueta de la empresa de empaque del agua para que luciera bonita, como un florero. En el momento de las oraciones personales y mirando fijamente la Tilma de Juan Diego y conversando Guadalupe y yo, le dije –Estas flores son de parte de María, por favor que su jardín le florezca más hermoso y se cunda de flores. Gracias.

Conocer a Guadalupe en “persona” es indescriptible, inolvidable, insospechable todo lo que se siente, todo lo que se queda en el alma, todo lo que me regaló la vida en esos días, en esa peregrinación, permanecerá conmigo. Tanto así que la medallita que me regaló mi hija el día de las madres y me dijo al entregarmela –Como vas para México a La Basílica pues para que tengas una medallita de La Guadalupe- Amé a mi hija mucho más en ese instante. Me puse la cadena al cuello y me quité sin pensarlo 2 veces la cadena de La Medalla de La Milagrosa, con quien tengo una promesa de llevarla conmigo siempre diciéndole, -cuando regrese de México te cuelgo en mi cuello otra vez.

De regreso y llena de tanta veneración a Guadalupe, no encontré la manera de desprenderme de su medalla que colgaba de mi cuello y, como no tengo 2 cuellos, ¿qué hacer mi Dios? Consulte con mi buen y querido amigo sacerdote y él medio salomónico me dice –Ponte una el pulmón derecho y otra en el pulmón izquierdo para que te ayuden a respirar mejor. Total que la virgen es una sola- Cierto, la virgen es una sola, y como las promesas hay que cumplirlas las coloqué ambas en una sola cadena. La verdad, no quiero cargos de conciencia. Las llevo ambas. ¡Bendito Dios!

¡Gracias a la vida que me ha dado tanto! Gracias al grupo de Padres y Madres Orantes que me acogieron con tanto cariño, gracias a Adriana Y Carlos Sena que me invitaron y gracias a Padre José del Olmo que me llenó de esa necesidad de conocer a Guadalupe en “persona”. Gracias a mi familia que me complacieron. Gracias al Padre Abel Romero que nos habló desde su corazón y nos dió a conocer a Guadalupe de los pies a la cabeza. Gracias a la sra. Loly que infundió el deseo a todos de hacer el peregrinaje. Gracias a Dios que lo organizó todo y por eso salió perfecto su plan.

Laura H. Padilla Junio 17/2014

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